Atravesar el Duelo
- Jan Rosado Terapeuta
- 21 dic 2016
- 4 Min. de lectura

La concepción de la muerte es distinta en cada cultura, en oriente la muerte es algo natural y benéfico para nosotros occidentales es una tragedia, algo relacionado con el dolor, la enfermedad la pérdida y la soledad, desde ahí reaccionamos y vivimos nuestro duelo. En realidad no nos duele la persona que se fue, nos dolemos nosotros por haberla perdido, hay ocasiones en que sentimos alivio si la persona llevaba mucho tiempo enferma o si sentíamos por ella amor pero también odio este sentimiento nos genera culpa. ¿Cómo lidiar con eso?, de repente todo cambia, nos sentimos confundidos, entramos en crisis, hay un desequilibrio. Alguien o algo falta, y ese alguien o algo cumplía ciertas funciones que ahora ya nadie está haciendo, nuestro mundo empieza a cambiar y sin nuestro consentimiento. Esto puede hacernos sentir muchas cosas, desde dolor o tristeza hasta enojo o miedo. La antigua tranquilidad y estabilidad ya no está, esto por un lado, por el otro el vínculo afectivo que se había creado y que nos unía a esa persona o actividad desaparece, se rompe, y nosotros los que éramos ya no lo somos. Una parte de nosotros, la que éramos con esa persona o actividad, también muere, de repente ya no somos la pareja de alguien, el hijo o ese que éramos con quien ya no está. Eso nunca volverá a existir excepto en nosotros, en lo que dejó en nosotros, en lo que cambiamos y crecimos gracias a ese vínculo.
El temor a la muere viene inevitablemente a nosotros después de una pérdida significativa, la vulnerabilidad ante la cual todos estamos expuestos se hace más presente, más nítida, no podemos ignorarla como lo hacemos frecuentemente.
El temor a la muerte puede representarse de muchas maneras, el exceso de trabajo o actividades, la euforia y desenfreno por los placeres, la falta de vínculos afectivos profundos, la falta de compromiso en las actividades que realizamos, el aburrimiento, la apatía, la ira, el aislamiento, entre otros, pueden tener su raíz en el miedo a morir y es necesario investigar, ir más a fondo y revisar si el miedo a la muerte es su causa. Cuando la ansiedad ante la muerte se esconde suele proyectarse sobre alguien o algo de forma exacerbada, parece fuera de proporción, la angustia es demasiada para el evento que está sucediendo, esto puede ser un aviso de que hay algo más de fondo, entonces se hace una revisión por la vida y su satisfacción o insatisfacción en el modo de estar viviendo.
Enfrentarnos a un evento de pérdida, la muerte de un ser de un ser amado, una ruptura amorosa, un despido, un cumpleaños significativo, alguna enfermedad grave, un accidente, puede ser una oportunidad de resignificar nuestra vida, la muerte inevitable puede enseñarnos a vivir mejor.
A estas vivencias se les nombra como experiencias de despertar porque podemos crecer mucho a través de ellas, nos obligan a hacer un alto y revisar cómo estamos viviendo nuestra vida, nos confrontan con la idea de que nuestro tiempo tiene un límite y cómo lo estamos aprovechando. La vida es hoy y es impredecible, es finita, ¿cómo me la estoy gastando? ¿estoy satisfecho con cómo estoy viviendo, con la gente con quien la comparto, mi trabajo, mis relaciones, es así como quiero vivir lo que me queda de vida? Y si la respuesta es no, ¿qué puedo hacer? y hacerlo ya, la muerta puede estar a la vuelta de la esquina.
“Aunque el hecho físico de la muerte nos destruye, la idea de la muerte nos salva” Yalom.
Confrontarnos con la muerte puede ser aterrador pero también es una terapia de choque para revisar mi vida, y hacer los cambios que necesite hacer. Puede ser angustiante pero también da una nueva fuerza y sentido a mi vida. Enfrentarnos a la muerte nos permite cambiar nuestras prioridades. Podemos poner en su justo orden las trivialidades y empezar a valorar más la naturaleza, las relaciones profundas y cercanas, nuestra labor en la vida, dejamos de hacer eso que no queremos hacer, empezamos a construir una verdadera vida de compromiso, conexión, sentido y autorrealización.
¿Qué es exactamente lo que atemoriza de la muerte? Hay una explícita correlación entre el miedo a la muerte y la sensación de no vivir la vida. Cuanto menos vives tu vida mayor será tu ansiedad ante la muerte.
Hay ideas interesantes que nos ayudan a atravesar la confrontación con la muerte, por ejemplo:
La propagación por ondas concéntricas, es decir un bien que le hago a alguien puede propagarse a través del tiempo, de persona en persona, tocando de alguna manera la inmortalidad. Evitar el no vivir la vida, el énfasis en la ecuanimidad interior surge de saber que lo que me perturba no son las cosas sino la forma en que las interpretamos.
Revisar la manera en que estoy viviendo es el gran regalo de enfrentarnos a la muerte. Estoy usando mis dones y talentos. Hago algo que dejará huella en otras personas. Trabajo por un bien mayor. Tengo un sentido de vida. Cómo afecta a otras personas el haberme conocido. Disfruto de la vida. Agradezco lo que tengo o vivo añorando lo que no. Que tanto soy un apoyo para otras personas. Puedo ser compasivo conmigo y con otros. El bien que hago hoy puede ser transmitido a otros a través del tiempo.
¿Puedes encontrar una manera de vivir sin seguir acumulando arrepentimiento?
Sin embargo las ideas solas no parecen bastar para cambiar nuestra vida, la sinérgia entre las ideas y las relaciones humanas y formas practicas de aplicarlas a la vida cotidiana es lo que nos hace crecer.
Algunos rechazan el préstamo de la vida para no estar en deuda con la muerte.
“Crea un destino que puedas amar” Nietzsche.
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