Cómo salir de una conducta compulsiva. cont.
- Jan Rosado Terapeuta
- 4 oct 2016
- 4 Min. de lectura

Profesionales, padres y dependientes se “queman” fantaseando y empujando un cambio cuyo momento a veces no ha llegado.
Lo importante es que la atención y la energía puestas allí se recuperen hacia la realidad aquí-ahora, que es donde únicamente se puede realizar (hacer real) el tratamiento.
El enfoque gestáltico propone una forma eficaz de abordar estos trastornos. El mismo se basa en el tratamiento de la voracidad, que caracteriza a las conductas compulsivas. La voracidad es el impulso a incorporar algo masivamente e indiscriminadamente en corto tiempo.
La conducta voraz puede ponerse de manifiesto en los distintos órdenes de la vida, hoy nos vamos a ocupar particularmente de las conductas compulsivas. De todas formas los pacientes que son compulsivos también, lo evidencian en otros aspectos de su vida.
Algunos pacientes con conductas compulsivas dicen “Tengo una especie de vacío que nunca se llena”. Como terapeuta considero fundamental, cuando se abordan este tipo de pacientes, comprender el trasfondo de este vacío.
Esta sensación de vacío aparece por efecto de una prohibición interna y reiterada. Las personas que padecen de estos trastornos suele intentar controlar su impulso voraz restringiéndose. Esta conducta no sólo no resuelve su problema, sino que lo aumenta progresivamente. La ilusión del paciente es creer que pueden controlar y dominar sus impulsos voraces.
Cuanto más se evita o controla un impulso, más se invita a que aparezca.
En lo alimentario sucede algo similar a lo sexual, cuanto más control imponemos a nuestra pulsión más descontrol aparece por otro lado. Por ejemplo, solemos escuchar y ver personas que autocensuran condenan o reprimen sus fantasías sexuales y terminan siendo excesivamente agresivos por otro lado. El organismo se autorregula, cuanto mayor control en un nivel más descontrol en otro. En las conductas compulsivas sucede algo similar, si no aceptamos y reconocemos nuestro impulso voraz estaremos cada vez menos aptos para modificarlo. No es por el camino de la restricción y la anulación que se revierte este impulso voraz, sino por el camino de la comprensión de nuestros actos, transformando el vacío estéril en vacío fértil.
Suele observarse en la práctica que estas conductas compulsivas, son un intento fallido o ilusorio de llenar otros vacíos o agujeros afectivos. Estos pacientes suelen sentirse carentes de afecto, tratan de encontrar suministros afectivos en el exterior pues no se dan cuenta que son ellos mismos que nos se quieren, su autoestima esta lesionada. Suelen, en ocasiones, ser complacientes con el entorno y sentirse culpables cuando intentan discriminarse de los otros. En lo imaginario aparece la fantasía infantil omnipotente de que sometiéndose a los demás van a ser siempre reconocidos y amados. Esta baja autoestima y necesidad de reconocimiento constante tiene su origen en ideas o identificaciones vinculadas a figuras parentales en especial a la figura materna.
Hay en ellos una necesidad sin límites de ser queridos y valorados, sin embargo al estar desensibilizados de su propio cuerpo ignoran esta necesitad insatisfecha y tratan una y otra vez de satisfacerla mediante la conducta compulsiva.
Es como si tratáramos de quitarnos la sed mascado un chicle. La sed crecería indiscriminadamente por más que mascáramos chicle, sin darnos cuenta de porque no logramos saciarla. La falta de consciencia nos condena a este círculo infinito de necesidades insatisfechas por mucho tiempo. El trabajo terapéutico consiste en acompañar al paciente en la búsqueda de esta necesidad para, una vez entrando en la consciencia, poder satisfacerla. La terapia gestáltica nos da una respuesta creativa y transformadora a esta problemática, rehabilitando los canales de expresión, transformando el vacío sin contenido, en un vacío con contenidos. Permitiéndole al paciente transformar su actitud manipuladora en una actitud de aceptación de sus emociones, sentimientos y sensaciones. El enfoque gestáltico desde su concepto de autocuración dispone de recursos para restablecer estos circuitos de desconexión: hambre-saciedad y deseos de ser reconocido-auto aceptación.
Según Myriam Muñoz existen 5 sentimientos base que son el miedo, la alegría, la tristeza, el enojo y el afecto. Estos nos alertan sobre lo que estamos necesitando como organismo para recuperar el equilibrio. El miedo nos avisa de que hay un peligro y debemos ponernos a salvo, la alegría nos habla del deseo de compartir y con otras personas, la tristeza ante un suceso doloroso nos permite hacer una pausa y darnos el espacio para recuperarnos, también de recibir el apoyo de los demás, el enojo nos están hablando de que han pasado nuestros límites y nos carga con la energía necesaria para restablecerlos y el afecto nos vincula a los otros, nos da la sensación de pertenencia de amar y recibir amor.
Cuando estos avisos no son percibidos y atendidos el organismo entra en un desequilibrio, si esto se mantiene por mucho tiempo el organismo enferma o reemplaza el satisfactor por otra cosa como son las conductas compulsivas. Por ejemplo si tengo una carencia afectiva y como para reemplazarla, la comida nunca saciara esta falta de afecto, no es posible, pero la persona al no darse cuenta de que lo que tiene es una falta de afecto, seguirá comiendo más y más tratando de llenar este vacío sin nunca lograr llenarlo, los que sucederá es que enfermara.
Es por eso que la conducta compulsiva es sólo un síntoma y quitarlo no solucionara el problema lo importante es revisar que nos está tratando de decir, que está reemplazando y que es lo que la persona esta necesitando, esto se puede lograr mediante el trabajo terapéutico.
En una frase, piensa que alguien especial dice de ti eso que te haría muy feliz que dijera. Esto puede darte una idea de lo que estás necesitando.
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